sábado, 11 de abril de 2009

Desalinizando el presente

Ya hace algún tiempo que el Hotel Hilton Paracas fue presentado en sociedad, representando en cierto modo la materialización de lo que la inversión privada es capaz de hacer cuando ecología y economía son confrontados de manera positiva. Y es que además de las virtudes formales que se le podrían atribuir, lo que hace de este proyecto una verdadera ave raris es la integración entre arquitectura y tecnología ecoeficiente que le proporciona al hotel la autonomía necesaria para resolver sus necesidades de agua y desagüe. Sin embargo, la verdadera innovación no proviene solo del modo como es gestionada la distribución del líquido elemento, sino del medio utilizado para su obtención: el hotel posee una planta de tratamiento capaz de transformar el agua salada en agua dulce. La verdad es que yo no tenía nada claro como funcionaban este tipo de plantas, y navegando un poco por la red me encontré con una infografía perteneciente a la web de la revista Muy Interesante donde explican claramente el proceso que hace posible este "milagro" tecnológico.

Una de los aspectos que más me sorprendieron de esta tecnología es el peligro que supone la mala dosificación de los residuos salinos soltados al mar durante la etapa final del proceso de desalinización, y que, de no ser diluidos convenientemente, podrían atentar contra la vida de un ecosistema tan delicado como el de la Reserva Nacional de Paracas. Afortunadamente, hoy en día contamos con sistemas que minimizan estos efectos, garantizando la sana convivencia entre los sistemas de desalinización y la vida marina.

Pero, ¿porqué nos siguen sorprendiendo innovaciones como esta, o es acaso que aún no estamos completamente concientes de la crisis hídrica que comenzamos a experimentar en el día a día?. Quizás este tipo de emprendimientos aún nos sigan pareciendo ajenos, no tanto por sus posibles consecuencias ecológicas o sus intrincados detalles técnicos, sino por los costos elevados que su implementación y mantenimiento podrían representar para países del tercer mundo como el nuestro. Sin embargo en la web "Ingeniería Sanitaria" encontramos un artículo perteneciente al Ing. Víctor Yangali, quien propone que el uso extendido de esta tecnología para la población podría resultar una iniciativa económicamente viable:
"Se ha demostrado que la mayor contribución a los costos es dado por el precio de la energía eléctrica empleada por las
plantas desalinizadoras, sin embargo, dispositivos de recuperación de energía generan ahorro en el consumo de la
misma. La oferta de energía eléctrica en Lima lucirá bastante alentadora gracias al gas de Camisea, se construirán
plantas termoeléctricas que usarán el gas natural, incrementando así la oferta de energía eléctrica. Una excelente
propuesta para crear mercado de esta energía es pues la implementación de plantas desalinizadoras que resolverán el
problema de suministro de agua en poblaciones aledañas al mar (Ancón, Ventanilla, Lurín, Pachacamac, San Bartolo,
Punta Hermosa, Punta Negra, Pucusana) o un poco más alejadas inclusive, y representarán un ahorro de costosas
inversiones al intentar trasvasar aguas de la cuenca del Atlántico, y un ahorro a la economía de todos los peruanos que
tarde o temprano asumirán los costos y riesgos de titánicas obras de trasvase."

Tal parece que la desalinización (aunque suene a trabalenguas) no es el futuro. Es el presente.

Algunos links de interés:

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