En el post anterior comenté la posibilidad de que la educación privada se uberice con el auge de las IA. Al observar su oferta una de las categorías que mejor se adaptaría al modelo de economía colaborativa son los "programas de formación continua". Estos toman la forma de cursos y talleres efímeros por lo que en la práctica constituyen espacios heterotópicos de aprendizaje.
Pero ¿qué son las heterotopías? Michel Foucault los define como sitios de excepción que pueden estar integrados al tejido urbano. En ellos los individuos que se hallan fuera de lo normativo se regeneran o atraviesan procesos transformativos. No obstante la característica medular de estos espacios burbuja es que "todo el mundo puede entrar pero, a decir verdad, una vez que uno entró, se da cuenta de que es una ilusión y de que no entró en ninguna parte" (Foucault, 2010, El cuerpo utópico. Las heterotopías.).
Vale recordar que este es un discurso construido desde las dinámicas del poder por lo que es meritorio examinar cómo dicho poder se distribuye. Como se aprecia en la imagen, el organigrama de una empresa educativa es comparable al diseño de un cohete espacial. En tierra se erige como una unidad integrada, pero al despegar una serie de exclusas se activan para facilitar su separación. Así, al llegar a su destino los astronautas solo operan en una fracción del cohete por motivos de eficiencia. De igual forma estas organizaciones poseen agentes permanentes conectados a una red interna pero burocráticamente dividida por medio de exclusas. Estas se activan de forma serial a fin de generar filtros que compartimentalizan la responsabilidad entre niveles, lo que galvaniza la posibilidad de interpelar a los subniveles y acceder a los niveles superiores.
Sumemos a este sistema a los profesores y alumnos, agentes efímeros en el proceso de formación continua. A ellos se les asigna el último compartimiento de la nave, es decir, el nivel heterotópico operado desde un aula física o virtual temporal. Estos individuos se encuentran fuera de la normatividad del mercado, pues ni son alumnos inscritos en los cursos de carrera, ni son docentes permanentes, por lo que la comunicación con la empresa es precaria al ser unidireccional al ingresar al sistema o bidireccional pero exclusiva con el nivel inferior de apoyo. Esto permite que ante un imponderable (financiero, externo, etc) baste con activar la exclusa del nivel más bajo para separarlos del resto de la nave, ello en tanto los niveles superiores carecen de nodos de contacto.
Así la vía de mayor eficiencia para la empresa es proyectar la ilusión de unidad y extenderla a estos programas, sosteniéndola durante su duración. No obstante se trata de una heterotopía dado que los agentes efímeros no pertenen a ninguna parte al ser en realidad actores prescindibles. Es en este espacio de vulnerabilidad laboral que el proceso de uberización podría florecer con el auge de las IA.
Autor: Gonzalo Chong.
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