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Es constraintuitivo cuestionar la idea de la felicidad. Si abordas el enunciado: "la felicidad es el insumo clave para lograr un liderazgo efectivo", ¿cómo cuestionar un axioma de ese tipo?. Surgiría la suspicacia de que la persona que acusa el término propone lo opuesto. Es decir, que ser infeliz es la única alternativa posible si se abandona el paradigma vigente. Conviene invocar aquí la cita de Schumacher proveniente de la "Guía para perplejos" escrita en 1981:
Una vez, durante una clase (...) me atreví a preguntar, a pesar de mi timidez, qué significa una parábola. La respuesta fue tan confusa que por primera vez tomé conciencia del problema, es decir, de pronto me di cuenta de que nadie sabía nada... y a partir de ese momento comencé a pensar por mí mismo. (Citado por Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 25)
La cita proviene del libro "Gobierno de personas en la empresa" (GPE en adelante) y expone en su capítulo inicial una postura fabilista que cuestiona el argumento de autoridad en tanto obstruye la construcción del conocimiento. Ello, implica sortear la falacia de que quien examina un axioma adopta una oposición reactiva por defecto. Una actitud de ese tipo reflejaría un hábito binario de inferencia en el que, ante la proposión de un argumento "n", surgiría un contraargumento "-n" sin mediar reflexión alguna.
Por tanto, indagar sobre la felicidad como instrumento del liderazgo no implica realizar un juicio binario sobre su uso en términos de bueno o malo, moral o inmoral, justo o injusto. Remitiéndonos al relato de Schumacher, se trata de cuestionar los supuestos apriorísticos sobre los que se estructura la idea misma de felicidad, a fin de acercarnos al entendimiento de su relación con la teoría del management. Cabe señalar que el libro GPE debe enfrentar un dilema epistémico al plantear el término. Por un lado, no puede permitirse una definición absoluta de felicidad pues esta entraría en conflicto con los diferentes sistemas morales de sus lectores. Pero por otro, en tanto propuesta teórica, debe generar puntos de referencia fijos, es decir convenciones que planten los fundamentos sobre los que se construirá el corpus argumentativo del libro. Para ello, GPE establece que una vez leidos sus axiomas "es importante que el lector la comparta. Ambas están avaladas por la inmensa mayoría de los pensadores que se han ocupado del tema" (Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 25). Es decir, el libro deberá generar una contradicción en su lógica interna al renunciar a su fabilismo inicial a fin de sostener la coherencia de su argumentación.
Para entrar en materia, habría que plantear un par de preguntas base que definan la presente indagación: ¿Qué es la felicidad para GPE? ¿quién es el sujeto de la felicidad considerando que las empresas son colectivos?
La Felicidad
Los axiomas base de GPE son, en términos kantianos, juicios apriorísticos sintéticos en los que existe la certidumbre de que a) el hombre es un ser inacabado, imperfecto y b) el hombre es un ser dependiente (Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 25). Ambos enunciados poseen densidad histórica pues aparecen inscritos en las Meditaciones Metafísicas de René Descartes, quien en el siglo XV ya avisoraba la posibilidad de caracterizar al espíritu humano en relación a "la idea de un ser completo e independiente (es decir, Dios)", por tanto concluyó para sí, "soy incompleto y dependiente" (Descartes, 1977, Pág. 45).
A primera vista, ambas cualides no entran en contradicción y de hecho se podría hasta inferir una relación de causalidad entre ambos, en tanto lo incompleto puede generar dependencia por la búsqueda de la complementareidad en el otro. Es decir, el paso del solipsismo a lo social se da a partir de la interdependencia colaborativa dada por la admisión de que uno posee las cualidades que al otro le faltan y viceversa. Sin embargo, GPE argumenta que el hombre:
"tiene en sus manos su propio destino (...) La perfección plena, la felicidad perfecta a la que aspiramos, debemos lograrla con la acción, con el trabajo" (Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 25).
Así, los autores proponen una definición pragmática de la felicidad. En ella, el individuo es un ente incompleto impulsado por la búsqueda personal de la perfección, la cual solo puede ser saciada por medio del trabajo. ¿Cual es el prototipo de hombre perfecto al que se aspira y cuyo contraste ha de revelar nuestras propias imperfecciones? GPE no ahonda en el tema ni confirma un vínculo ideológico con el pensamiento cartesiano, lo que deja el lugar de Dios como una significante vacío en su estructura narrativa.
Sin embargo, esta idea de un trascendentalismo gravitatorio capaz de empujar las ruedas del progreso desde la unidad del individuo hacia el conjunto de la empresa, se transforma en un leitmotif comparable con la ética protestante explicada por Max Weber. En ella, el trabajo duro se eleva a la categoría de valor ético, el sacrificio laboral constituye el vehículo por el que se obtiene la gracia divina y Dios deviene en el modelo de perfección en el que los individuos basan su conducta (Chriss, 2021). Reemplazamos la idea de gracia por felicidad y la de trabajo por la de Dios y obtendremos la versión tropicalizada del calvinismo aplicada por GPE. Se trata, por tanto, de un argumento individualista en el que el concepto de felicidad esta en función de una lógica puramente productiva. Así, mientras más trabajes, más probable será que logres la plenitud y por tanto la felicidad.
El sujeto de la felicidad
Para GPE la felicidad del individuo se encuentra informada por la capacidad de satisfacer sus necesidades, las cuales pueden ser de orden material, congnositivo y afectivo. Para Manuel Alcázar, coautor del texto, dado que se accede a la felicidad por medio de nuestros actos, esta posee una vínculo necesario con la inteligencia práctica (ágere),la cual funge como precursor de las decisiones del individuo y su consecuencias. Esta forma de inteligencia mejora o deteriora la calidad de vida del decisor al condicionar su capacidad de alcanzar las distintas fuentes de satisfacción que determinan su felicidad (Alcázar, 2023). Sin embargo, sea que se hable de satisfacciones internas o externas, íntimas o profesionales, las coordenadas donde se ha situado la felicidad se encuentran en el dominio cognoscitivo del individuo. Por tanto, el sujeto de la felicidad es excluyente pues se centra en la satisfacción del propio deseo: la necesidad de amar y ser amado, en donde ambos sentimientos constituyen acciones operadas por la voluntad y guiadas por la razón. A ello, los autores dirán que "cuando la inteligencia se perfecciona, piensa mejor, y así ayuda a la voluntad a que incremente su capacidad de amar" (Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 33).
Pero, si se afirma que el amor es acción en control de la razón, al tratarse de un libro de management ¿no se estaría instrumentalizando el dominio afectivo como estrategia de liderazgo? Además, al haberse establecido categorías externas y afectivas ¿qué implicancias tendría el rol de la otredad en la ecuación de la felicidad? El axioma 2 del GPE aclara estos puntos al declarar la naturaleza dependiente del sujeto:
"Un hombre solo no puede alcanzar su plena satisfacción, la perfección. Necesita de las demás personas y del resto de la realidad para conseguirlo" (Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 26).
Es decir, no se alude a la relación con el otro bajo un principio solidario, afectivo o de complementareidad. Sino que se describe como un acto de necesidad en el que el prójimo y los objetos constituyen el medio para llegar a un fin, alcanzar la felicidad del sujeto. Sin embargo, se puede contrargumentar esta postura con el concepto de "motivación trascendental" planteado por GPE, el cual afirma que el único camino hacia la felicidad individual se da a través del acto de servir al otro. Nuevamente, el problema no estriba en la idea virtuosa de servir, sino en la definición de quien es el "otro" para los autores, en tanto su significado no es monolítico sino que abarca diferentes entes entre los que figuran "los clientes, los jefes, los subordinados, la esposa o el esposo (...) los pacientes, los competidores, etc. (Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 32). Al tener el mapa completo de todos los agentes a los que el gerente de una empresa debe "servir", observamos que la convivencia cotidiana producirá contingencias y fricciones entre el "servidor" y las diferentes otredades "servidas". Esto dado que el universo de motivaciones no se encuentra aislado en el vacío, sino que se halla en un permanente curso de colisión debido a su taxonomía interna (jerarquía, rivalidad, subordinación, etc). Enunciar que servir al otro es la única vía para la felicidad, no es más que la mera simplificación de una realidad sistémicamente compleja.
Conclusiones
La idea de gestionar una organización, la cual implica el autogobierno y la interacción con individuos de distintos perfiles y objetivos, ha abierto la puerta al abordaje del management como una empresa que indaga el sustrato psicológico que rige sobre la conducta individual y que, por ende, concibe a los sujetos como unidades agregadas supeditadas a los objetivos de la estructura laboral. Sin embargo, esta postura cartesiana no aborda los fenómenos emergentes de la colectividad, del juego social, de las posibilidades de fomentar relaciones solidarios sin dañar con ello la competencia. Basícamente lo que se propone es que "todo directivo (...) debe tener una adecuada comprensión de la motivación humana, ya que la más importante de sus funciones es lograr que los subordinados hagan lo que se espera de ellos." (Ferrerio&Alcázar, 2002, Pág. 56). Así, liberado de todo barniz ideológico, el management es el acto de conducir la voluntad humana mediante la construcción de un teoría de la mente funcional a la lógica del mercado. Un mapa topológico de la psique en el que la felicidad constituye la zanahoria trascendental detrás de la que los individuos corren en un perpetuo ciclo virtuoso de autoperfeccionamiento.
Sin embargo, para que un marco teórico como el de GPE tenga un efecto sinérgico en el trabajo, es necesario que quien ejerza sus principios también los asimile como propios. Es la figura del Ouroboros, una serpiente que se muerde la cola, en la que el gerente opera bajo el mismo corpus ideológico que instala a sus subordinados. Ello, a fin de que estos sean liderados en armonía bajo una base de principios comunes, con la libre convicción de que existe una verdad revelada y por la cual merece ser sacrificado el único recurso irremplazable para el hombre: el tiempo. El problema de que este tipo de enfoques instrumentalizen el dominio fenomenológico de la felicidad es que los libros que versan al respecto ya no son solo tratados de buenas prácticas empresariales. Se han transformado en textos doctrinarios que invaden el ámbito personal, ingresan en la esfera íntima y contaminan el dominio de las crencias con definiciones sintéticas de moralidad, lo que ha logrado instalar una visión mecanicista de la consciencia basada en el refuerzo positivo. En ella subyace el ethos calvinista del sacrificio en donde la felicidad del líder se encuentra estructuralmente instalada en el centro del sistema laboral, mientras que la de los subordinados yace invisibilizada en el complejo entramado de la otredad, como los seguidores de un culto sin rostro.
Referencias:
Alcázar, M. (2023) [Personas y Organizaciones]Management, economia, coordenadas… (1ª de 2 sesiones) [Video] Youtube. https://youtu.be/zzsH5Efo6Cs
Chriss, J. (2021) La tesis de la ética protestante de Weber en cinco pasos. Revista de Economía Institucional, 23 (45), 23-41.
Descartes, R. (1977) Meditaciones Metafísicas con objeciones y respuestas. Madrid. Ediciones Alfaguara.
Ferreiro, P. & Alcázar, M (2002) Gobierno de personas en la empresa. Barcelona. Editorial Ariel.
Autor: Gonzalo Chong.
Artículo Publicado originalmente en:
https://www.linkedin.com/pulse/la-instrumentalizaci%C3%B3n-de-felicidad-como-herramienta-del-chong